Fuente: Reforma – Dalila Sarabia

Foto: Daniel Villa

Un vaso de agua no se le niega a nadie, pero ahora es por ley.

En el arranque de la disposición oficial para sancionar los establecimientos que no regalen agua a libre demanda, los comensales celebraron la medida, aunque reconocieron desconocerla a detalle.

“¿En serio, los van a multar? Me parece increíble, hay muchos lugares donde se pasan de listos y te quieren vender botellas de medio litro en 30 pesos”, dijo Rossana Díaz.

“(Si pides agua) sí te dan, pero es un vaso súper chiquito y tardan horas en traértelo. Creo que falta información para que todos sepan”.

Desde el jueves pasado, cuando entró en vigor la medida, en todos los restaurantes pequeños, grandes e incluidas todas las cadenas, tienen la obligación de dar agua gratis a los comensales sin restricción alguna. De no hacerlo, recibirán una multa de entre 25 y 125 días de salario mínimo, el equivalente a una multa de mil 682 pesos y hasta 8 mil 411 pesos.

Durante un recorrido por distintos restaurantes y cafeterías de la Condesa, gerentes aseguraron a REFORMA que ya solían aplicar esta medida en sus establecimientos. El reparto de agua simple no les representará una pérdida económica, pero resultará una política insuficiente si lo que se busca es atacar el sobrepeso y obesidad de la población.

“Creo que va más allá de tomar o no agua, hay que reconocer que nuestros hábitos alimenticios son muy malos y los clientes no están acostumbrados a tener este servicio.

“No importa si te tomas 50 litros de agua, que también todo exceso es malo, pero si no hay una disciplina o constancia de nada sirve”, dijo Gabriel Núñez, gerente de El Ocho, en la Condesa.

Esta medida complementa la campaña Menos Sal, Más Salud, que hace un año lanzó la Secretaría de Salud para retirar los saleros de los restoranes. Aunque la restricción de la sal no es obligatoria, REFORMA observó que es implementada por prácticamente la totalidad de los establecimientos aledaños al Parque México.

Con ambas medidas, el GDF pretende mejorar los hábitos de los capitalinos y, en consecuencia, la salud.